La casa de las Siete Chimeneas es el más antiguo y mejor ejemplo de la arquitectura residencial madrileña de los siglos XVI y XVII, aunque ha sufrido diversas alteraciones a lo largo de los siglos. A sus espaldas, muchas leyendas, algunas de ellas, terroríficas. De hecho, no es raro que en Halloween algunos grupos acudan a sus aledaños para recordar todas esas historias populares. Y hoy aquí venimos a contaros la leyenda, pero también su historia real con sus modificaciones por años. Para que así tengas una visión general de este enigmático edificio.
Lo que está claro es que su nombre no puede ser más descriptivo. Y es que, efectivamente, este nombre le viene porque el edificio consta de siete altísimas chimeneas en su tejado. Esto es lo que ha distinguido la construcción para recibir este nombre. Ahora, la casa ya es patrimonio cultural de la ciudad. Pero ojo, porque no es la única explicación. Hay quien dice que las siete chimeneas representan los siete pecados capitales o que la casa sirvió de reclusión a una hija ilegítima de Felipe II y que todavía habita allí su espíritu.
Cuenta la leyenda…
A través de su matrimonio con el capitán Zapata, que servía en el ejército del Rey, Elena vio su futuro ligado a la Casa de las Siete Chimeneas. La relación que compartieron dejó una sombra romántica y trágica sobre las antiguas salas de la Casa de las Siete Chimeneas. La conexión con el edificio resalta aún más el encanto y la intriga de la Casa de las Siete Chimeneas, con los visitantes y amantes de la historia entusiasmados por el romance y la tragedia que tuvieron lugar en su interior.
La relación amorosa entre Elena y Zapata es un emocionante caso que muestra cómo el amor puede continuar a pesar de los sacrificios que presenta el destino. Su historia de amor ya es patrimonio cultural de este icónico lugar.
La llegada de la guerra
El estallido de la guerra llevó a Zapata, el enamorado de Elena, a viajar hasta Flandes, donde se vio inmerso en el intenso enfrentamiento entre los ejércitos español y francés. La valiente separación de Zapata de la Casa de las Siete Chimeneas, dejando a Elena, mostró los sacrificios personales a los que obliga la guerra.
La Batalla de San Quintín fue un enfrentamiento crucial en el que Zapata y sus compañeros exhibieron su gran coraje. La batalla, registrada en los registros de la historia militar, demostró la valentía y la determinación de los combatientes que pelearon en medio del caos y el ruido de la guerra. La presencia de Zapata en este enfrentamiento importante demostró su dedicación a proteger su patria y cumplir con su compromiso jurado, evidenciando su legado perdurable como un valiente y leal protector de su pueblo y su país.
Historia de amor
En medio de los altibajos de la historia, la historia de amor entre Elena y el rey Felipe II sigue fascinando con su combinación de romance y complicaciones dinásticas. La emotiva y triste historia de la sorpresiva y trágica relación de Elena con el rey, caracterizada por el verdadero cariño y las restricciones de los compromisos reales, llena los sagrados salones de la Casa de las Siete Chimeneas con un ambiente de romance nostálgico.
Muerte de Elena
El destino enigmático de Elena deja una sensación de intrigante romanticismo en el legado de la Casa de las Siete Chimeneas, añadiendo un conmovedor toque de ambigüedad a las leyendas que rodean al edificio, manteniendo su encanto atemporal y misterioso.
Historia de la casa de las Siete Chimeneas
En 1574 Pedro de Ledesma pidió licencia para edificar unas casas según traza del arquitecto Antonio Sillero. Poco después, en 1583, compra la casa el comerciante genovés Baltasar Cattaneo, quien manda ampliarla al arquitecto Andrea de Lurano en 1586. Comienza entonces a denominarse «las casas de Cataño».
Tiene en ese momento un aspecto bastante parecido al actual, muy característico de las viviendas del siglo XVI, con dos plantas, ventanas en la baja y balcones en la alta, planta rectangular y tejado a cuatro aguas en el que destacan siete chimeneas, que le darán su nombre posterior.
Se suceden después varios propietarios: los condes de Mejorada hasta 1675 y los condes de Polentinos hasta 1881. Durante este período se llevan a cabo varias reformas, ampliando longitudinalmente la planta y construyendo un cuerpo en L con fachada a la calle de Colmenares y portada de piedra a la de Infantas, así como la importante ampliación y reforma realizada en 1874 por Ortiz de Villajos para los condes de Polentinos.
En 1881 compró el edificio el financiero Jaime Girona, que encargó un nuevo proyecto a Manuel Antonio Capo para reformar las fachadas y darles un aspecto más parecido al primitivo, intentando recuperar el espíritu de la arquitectura de Juan de Herrera, a quien atribuía el proyecto original. En 1958 fue restaurada por Chueca Goitia y Domínguez Salazar. Tras pertenecer a una entidad bancaria y ser nuevamente reformada es actualmente parte del Ministerio de Cultura, cuyas dependencias ocupan el solar del antiguo Circo Price en la plaza del Rey.